El pequeño héroe
Ya está
llegando cuando, encontró a una niña que cuidaba una manada de gansos.
-! mira! –
le dijo señalando el mar.! da miedo que se desborde!
-
Es
que ha llovido mucho dijo Hans. Pero las compuertas son grandes y fuertes y no
hay que temer
-
-!
que sería de nosotros si se rompiera! - dijo la niña
No pienses
en eso – contesto Hans-. La compuertas y diques están bien vigilados. Y mis
padres uno de los encargados de la vigilancia.
Los niños se despidieron y Hans siguió rumbo a la casa del anciano.
Paso largo rato con el pescador escuchando bellas historias de pesca y el tiempo se le paso rápidamente.
- tengo que irme, esta oscureciendo dijo Hans al anciano. Y después de despedirse salió rumbo a casa
Los niños se despidieron y Hans siguió rumbo a la casa del anciano.
Paso largo rato con el pescador escuchando bellas historias de pesca y el tiempo se le paso rápidamente.
- tengo que irme, esta oscureciendo dijo Hans al anciano. Y después de despedirse salió rumbo a casa
Para no
demorarse tomo el camino que pasaba por el camino del dique. De pronto escucho
que el agua se colocaba por algunas partes.
Hans diviso la grieta y se dio cuenta del peligro que corría toda la ciudad. Busco algo con que tapar el hueco, pero no había nada que pudiera ser útil.
Sin pensarlo dos veces, se apoyó contra el dique y metió el brazo por la abertura. Era el tamaño exacto y el agua dejo de fluir. Entonces se puso a gritar pidiendo auxilio. Grito y grito y nadie le oyó. Las primeras casas estaban muy lejos. Cansado ya de pedir auxilio, se dedicó a escuchar atentamente, para ver si sentía algún ruido que le ayudara a saber si alguien se acercaba.
Hans estaba cansadísimo. No podía moverse. Su brazo estaba helado. Ya no lo sentía. Pensó en sus padres y hermanitos que debían estar esperándole. Pensó en el anciano pescador, en la niña de los gansos. En todos los habitantes de Harlem. No podía dejar que todo se inundara. A pesar de que le dolía todo el cuerpo no se separó del dique.
Amanecía. De pronto Hans sintió un ruido. Era el lechero.
-! socorro!! socorro! –grito Hans
-¡quien pide socorro? –respondió la voz del hombre.
-!aquí!!aquí! – grito Hans
el hombre bajo a ayudarlo. Saco el brazo del niño del dique, mando pedir ayuda y el dique y muy pronto estuvo la grieta cerrada.
Los hombres llevaron a Hans a su casa.
!que contentos estuvieron sus padres y hermanos al verlo regresar!! ¡Y que orgullosos estaban todos del!
Hans diviso la grieta y se dio cuenta del peligro que corría toda la ciudad. Busco algo con que tapar el hueco, pero no había nada que pudiera ser útil.
Sin pensarlo dos veces, se apoyó contra el dique y metió el brazo por la abertura. Era el tamaño exacto y el agua dejo de fluir. Entonces se puso a gritar pidiendo auxilio. Grito y grito y nadie le oyó. Las primeras casas estaban muy lejos. Cansado ya de pedir auxilio, se dedicó a escuchar atentamente, para ver si sentía algún ruido que le ayudara a saber si alguien se acercaba.
Hans estaba cansadísimo. No podía moverse. Su brazo estaba helado. Ya no lo sentía. Pensó en sus padres y hermanitos que debían estar esperándole. Pensó en el anciano pescador, en la niña de los gansos. En todos los habitantes de Harlem. No podía dejar que todo se inundara. A pesar de que le dolía todo el cuerpo no se separó del dique.
Amanecía. De pronto Hans sintió un ruido. Era el lechero.
-! socorro!! socorro! –grito Hans
-¡quien pide socorro? –respondió la voz del hombre.
-!aquí!!aquí! – grito Hans
el hombre bajo a ayudarlo. Saco el brazo del niño del dique, mando pedir ayuda y el dique y muy pronto estuvo la grieta cerrada.
Los hombres llevaron a Hans a su casa.
!que contentos estuvieron sus padres y hermanos al verlo regresar!! ¡Y que orgullosos estaban todos del!
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MI PEQUEÑO HÉROE
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